¿Donde se cruzan la natación y la poesía? En el poeta que experimenta y nos refresca con su visión sensible.
Hace unos días atrás tuvimos la suerte de conocer a un poeta que fue un gran amante de la natación, Hector Viel Temperley(1933-1987). Un gran amigo del Instituto Calipso, Sergio Agoff, nos acercó a Viel, trayéndonos un recorte de un diario que hablaba sobre un tributo. Inmediatamente, y porque somos bastante curiosos, nos pusimos a buscar material de Viel y encontramos esta poesía.
EL NADADOR
Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada.
Soy el hombre que quiere ser aguada
para beber tus lluvias
con la piel de su pecho.
Soy el nadador, Señor, bota sin pierna bajo el cielo
para tus lluvias mansas,
para tus fuertes lluvias,
para todas tus aguas.
Las aguas como lonjas de una piel infinita,
las aguas libres y la de los lagos,
que no son más que cielos arrastrados
por tus caídos ángeles.
Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada.
Tuyo es mi cuerpo, que hasta en las más bajas
aguas de los arrollos
se sostiene vibrante,
como en medio del aire.
Mi cuerpo que se hunde
en transparentes ríos
y va soltando en ellos
su aliento, lentamente,
dándoselo a aspirar
a la corriente.
Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada
hasta las lluvias
de su infancia,
que a las tardes crecían
entre sus piernas salpicadas
como alto y limpio pajonal que aislaba
las casonas
y desde sus paredes
celestes se ensanchaba.
Soy el nadador, Señor, el hombre que nada
por la memoria de las aguas
hasta donde su pecho
recuerda las pisadas,
como marcas de luz, de tus sandalias.
Y recuerda los días cuando el cielo
rodaba hasta los ríos como un viento
y hacía el agua tan azul que el hombre
entraba en ella y respiraba.
Soy el hombre que nada hasta los cielos
con sus largas miradas.
Soy el nadador, Señor, sólo el hombre que nada.
Gracias doy a tus aguas porque en ellas
mis brazos todavía
hacen ruido de alas.
Héctor Viel Temperley Nadador 1967. Obra Completa Ediciones del Dock 2006
Citando el artículo del periódico
“En el prólogo de la Obra completa del poeta, publicada por ediciones del Dock, Tamara Kamenszain da en el blanco de una cuestión central. “De esta experiencia extrema de encontrarnos, cuerpo a cuerpo, con el ángel vivo de un escritor, saldremos cambiados. Estos versos, que condensan lo más certero de nuestra tradición, lo más extraño y familiar de nuestra lengua, ya nos están devolviendo, desde su espejo roto y precario, un adelanto en el tiempo de nuestros atrasos: para escribir después de Viel habrá que aprender a nadar.”
Viel Temperley dejó de ser un autor secreto para ocupar un espacio central en la poesía argentina de las últimas décadas. No le interesaba participar de ningún debate literario. Su elección fue escribir poesía y mantenerse al margen de cualquier rencilla poética de poca monta. “No hice ningún movimiento para acercarme. No estuve en ningún grupo. Siempre rehuí las presentaciones. Y hasta Carta de marear, que aprecié en 1978, había publicado cinco libros… pero yo tenía la intención de romper mi poesía; la notaba demasiado rígida, como atada a un molde, a un principio, un medio, un fin: sabía que iba a decir. Después (…) empezó a interesarme la poesía que me permitía no solo esconderme sino evadirme y hacer un mundo, tener un mundo”, confesó Viel Temperley en la única entrevista que le hizo el escritor Sergio Bizzio.“
¡Gracias Sergio Agoff por darnos a conocer a Viel!
Para quienes no conocen Sergio les contamos un poco… es un gran amigo del Instituto Calipso y una excelente persona. Practica natación en el Calipso desde el 7 de enero del 2006 y su grupo en la actualidad es el de los Martes y Jueves a las 8 hs. Sergio es Psicologo, hincha del rojo y poseedor de una memoria admirable.
Instituto Calipso